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EN MEMORIA DE EL COMANDANTE
por: María de Lourdes Guzmán

El 23 de septiembre de 2015, se rememoran diez años del cobarde asesinato del patriota Filiberto Ojeda Ríos. Un asesinato que, como tantos otros de luchadores por nuestra independencia, ha quedado impune. Filiberto Inocencio Ojeda Ríos nació un 26 de abril de 1933 y fue reconocido como líder indiscutible del Ejército Popular Boricua, mejor conocido como Los Macheteros, una organización clandestina con base en Puerto Rico. Esta organización se funda el 26 de julio de 1976, en recuerdo del obrero explotado del cañaveral. Como parte de sus actos revolucionarios se reconoce aquel que tuvo lugar el 11 de enero de 1981, cuando Los Macheteros detonaron 14 aviones de combate de la Fuerza Aérea Norteamericana en la Base Muñiz de Carolina, un acto insospechado que haría recrudecer la represión y la sed de venganza del imperialismo estadounidense. 

A Los Macheteros se les imputa además, haber llevado a cabo, el 12 de septiembre de 1983, fecha que coincidía con el natalicio de Don Pedro Albizu Campos, el robo de la Wells Fargo en West Hartford Connecticut, acto que fue catalogado como el mayor robo de efectivo en la historia de EE.UU, donde se incautaron más de 7 millones de dólares.  
El FBI emprendió una cacería sin cuartel, para arrestar a los que consideraba responsables de  estos actos. El 30 de agosto de 1985, la casa de Filiberto Ojeda es tiroteada por agentes del FBI. La organización de los Macheteros es perseguida y se allanan las casas de muchos de sus miembros y de otros independentistas. Filiberto resiste a balazos la ofensiva de los agentes y es arrestado.


Durante el proceso celebrado en su contra en el tribunal de distrito federal en Puerto Rico, los Estados Unidos promovían que Filiberto fuera encausado como un delincuente común, mientras El Comandante se proclamaba, valientemente, prisionero de guerra y que, como tal, debía ser juzgado por un tribunal internacional. Durante ese mismo proceso, aun cuando estuvo acompañado por valiosos abogados, Filiberto asumió brillantemente su propia defensa, convirtiendo su juicio en uno de los más importantes de la historia. Allí, frente a un jurado compuesto por doce hombres y mujeres puertorriqueños, denunció la condición de coloniaje a la que ha sido sometido nuestro país. Reclamó que se reconociera el  derecho de los pueblos colonizados a su libre determinación y que se respetara la declaración de las Naciones Unidas que define al colonialismo como un crimen contra la humanidad. Filiberto es declarado no culpable de los cargos imputados, un hecho que fue celebrado a lo largo y ancho del país.  Filiberto ponía en vergüenza al imperio.

El 23 de septiembre de 1990, Filiberto se quita el grillete electrónico que se le había impuesto luego de ser acusado por el FBI por complicidad por el robo de la Wells Fargo y regresa al clandestinaje. Desde allí Filiberto mira con gran tristeza la lastimosa pugna de los sectores independentistas y la poca o ninguna unión que el ideal de la libertad nacional había logrado en tantos años de lucha.

El 23 de septiembre del año 2005, en otro aniversario más del Grito de Lares, Filiberto envía su último mensaje desde el clandestinaje. Es un mensaje en el que denuncia lo oprobioso y abusivo de la situación colonial de Puerto Rico y reclama la unidad del independentismo. En un mensaje que diez años más tarde mantiene su total vigencia, Filiberto dice: “La etapa contemporánea que vivimos y que comenzara con el establecimiento del Estado Libre Asociado, modificó la forma colonial de vida. Legalizaron ahora y con un ilegítimo y falso sentido de consentimiento, la explotación económica colonial que ha eliminado nuestra producción agrícola y nos ha convertido en mercado de consumo de productos agrarios procedentes de Estados Unidos.  Legalizaron, mediante  una supuesta defensa común, la aplicación del servicio militar obligatorio, forzando a nuestra juventud a participar en sus guerras de agresión y saqueo…. Se han apoderado del comercio interno puertorriqueño, arruinando a los nacionales, con la instalación de sus grandes centros comerciales  y megatiendas. Se han convertido en los controladores y dueños de nuestra industria, con sus farmacéuticas y fábricas de productos electrónicos. Han destruido de manera premeditada nuestra autoestima como pueblo, mientras fortalecen un sentido individualista, desvalorizando el espíritu colectivo como nación. Ahí, reside el fundamento psicológico de la gran división existente en todo nuestro pueblo. Mientras somos víctimas de todas estas inmorales agresiones, los independentistas, que tenemos que ser los que ayudemos a profundizar en  el pueblo la consciencia patriótica defensiva y salvadora de nuestra nación, caemos en trampas dedicando muchos esfuerzos a tonterías divisionistas, mientras en Wáshington se mueren de risa”.

En un llamado a capítulo al independentismo, Filiberto nos dice: “Ahora tenemos que luchar juntos, cada uno de nosotros en el espacio que entienda como el correcto para el desarrollo de sus ideas. Lo menos que podemos hacer todos es intentar comprendernos y respetar esos espacios, igual que saber llevar nuestras concepciones a quien tiene la última palabra, que es nuestro pueblo. A veces escuchamos quejas criticando al pueblo porque no ha sido capaz de lanzarse a la calle para protestar contra tanta inmoralidad pero ¿qué hemos hecho los independentistas para que eso pueda suceder? ¿Cómo es posible que le echemos la culpa al pueblo por lo que no hacen los independentistas, que se supone seamos los más conscientes y comprometidos?  Acaso ¿hemos estado junto al pueblo? Cada uno de nosotros tiene que reflexionar al respecto. En este día memorable, recordemos a nuestro Betances, a nuestro Ruiz Belvis, a nuestro querido Albizu y sigamos el camino por ellos señalado, gritando ¡Qué viva Puerto Rico Libre! ¡Qué viva la unidad independentista! ¡Qué viva la unidad latinoamericana! ¡Hasta la victoria siempre!”

Nadie esperaba que al tiempo que se escuchaba ese mensaje, ocurriría lo que  muchas veces presagió Filiberto y que recoge el dramaturgo Roberto Ramos Perea en un mensaje ofrecido en 2011 ante la comunidad del residencial Manuel A Pérez, en ocasión de develarse un mural en honor a Filiberto: “Y mientras esta voz se escuchaba atronadora y gigante en las montañas de Lares, en las de Hormigueros se escuchaban los disparos salvajes de otra emboscada trapera. Agentes del FBI tiroteaban la casa del Comandante Filiberto Ojeda, hiriéndolo gravemente y dejándolo desangrar hasta morir. Allí también los cielos y las montañas, por encima del sucio bramido de los helicópteros y los tiros, los puertorriqueños escuchamos el grito sagrado: “¡Filiberto Ojeda no se rinde!”. En ese fatídico día se encontraba con su compañera Elma Beatriz Rosado a quien, según narra Ramos Perea, muchas veces le dijo: “Te entrego mi corazón, porque mi vida, es para la patria.”

Al día siguiente de su muerte el periódico Primera Hora publica una noticia con el titular “Ojeda: Lazo que une a los independentistas”. Allí se reseña que: “Para uno de los fundadores del PIP, Juan Mari Brás, lo único positivo de la muerte de Ojeda Ríos es que los sectores independentistas se han unido. ‘Ése es el efecto inmediato positivo, que los independentistas se han reunido fuera de toda línea partidista, de grupo y de intenciones particulares en el repudio a este asesinato tan monstruoso…. , dijo Mari Brás.

El abogado independentista espera que esta unidad dure, siempre y cuando ‘se busquen las áreas de coincidencia y trabajar sobre ellas’. Agregó que fue "simbólico" que su muerte ocurriese el día de la conmemoración del Grito de Lares, acto en el cual Ojeda Ríos envió un mensaje pidiendo unidad entre los independentistas.

Mientras, para el portavoz del Frente Socialista, Jorge Farinacci, "es momento de dejar a un lado la tirantez".

El velatorio de Filiberto, llevado a cabo en el Colegio de Abogados, fue histórico y emotivo, habiendo desfilado frente a su féretro miles y miles de puertorriqueños de diversas ideologías y estratos sociales, entre los cuales estaban el ex gobernador Hernández Colón y el Arzobispo de San Juan.  

A diez años del vil asesinato del El Comandante Filiberto Ojeda Ríos, su sueño de unidad no se ha materializado. Su entrega a la lucha por la independencia de nuestra patria, lucha por la que dio su vida, como tantos otros patriotas, exige que realicemos todos los esfuerzos necesarios para lograr esa unidad, sin la cual la conquista de nuestra libertad continuará siendo una quimera. En este momento histórico en el que el país enfrenta una gran crisis social, moral y económica, el pueblo reclama y merece que nos convirtamos en alternativa real para alcanzar sus reivindicaciones. En memoria de Filiberto, de Don Pedro y de tantos héroes, heroínas y mártires, que sacrificaron su vida por lograr la independencia patria, exijamos la unidad de las fuerzas patrióticas puertorriqueñas frente al enemigo común. Seamos portavoces del mensaje libertador de Filiberto. Seamos portavoces de la indignación que representa el coloniaje. Seamos portavoces de la unidad independentista. Que el ejemplo de Filiberto sea el lazo que nos une. ¡Viva Puerto Rico libre! 
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